Nada más desagradable que disponerse a abrir una botella de vino (especialmente cuando tenemos invitados en casa), y que el estado de dicho caldo no sea el que esperábamos. ¡Tranquilidad! Si tomas buena nota de los siguientes ‘retoques enológicos’ que a continuación te proponemos, es posible que consigas salir del paso y solventar la situación:
- Si el vino presenta exceso de alcohol, deberás servirlo más fresco (atenuará la sensación que produce la alta graduación).
- Si lo encontramos demasiado ácido, se servirá a más temperatura de la recomendada, con lo que en boca parecerá equilibrado.
- Si se trata de un vino con poco aroma, se servirá un poco más caliente de lo recomendado.
- Si se trata de un blanco pesado, se presentará más fresco para que en boca se muestre más ágil y manifieste mejor acidez.
- Si lo que ocurre es que lo encontramos demasiado dulce lo enfriaremos unos grados.
- Los cavas y los champagnes con poco carbónico (burbujas) tienen remedio sirviéndolos algo más calientes de lo aconsejado.
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