Sobre el plato reposan, en perfecto orden, cóncavos langostinos de un vivaz color naranja. Se trata de los de Sanlúcar, que el restaurante Casa Bigote ofrece cocidos como una de sus especialidades. Ante un plato así, ¿sabemos cuál es el acompañante perfecto?
Quizás un clásico entre los Vinos de Jerez: la Manzanilla, amparada bajo la Denominación de Origen Jerez-Xérèz-Sherry y Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda.
Hablamos de un vino generoso seco, que se elabora a partir de la uva Palomino (una variedad muy cultivada que comparte el top junto a la Pedro Ximénez y la Moscatel). De la uva Palomino también nace el Fino, que se diferencia de la Manzanilla por 2 simples razones: no se cultiva cerca del mar y crea una armonía muy buena con el jamón de cerdo ibérico de bellota. Eso sí, no se pueden confundir, pues una Manzanilla con productos ibéricos resultaría en un exceso de notas saladas.
Sin embargo, la Manzanilla aviva los sabores marinos de los mariscos. Desde los langostinos de Sanlúcar y las gambas, hasta los platos más elaborados como el arroz marinero o la cazuela de mariscos.
Sin embargo, la Manzanilla aviva los sabores marinos de los mariscos. Desde los langostinos de Sanlúcar y las gambas, hasta los platos más elaborados como el arroz marinero o la cazuela de mariscos.
Del norte, el Albariño
Bajo la Denominación de Origen Rías Baixas están los vinos elaborados con la variedad Albariño, que resaltan la “presencia del mar” en las mesas gallegas, por lo que son el complemento perfecto para las recetas marineras.
Los Albariños armonizan muy bien con las grandes recetas de mariscos (crustáceos y moluscos) al natural o en preparaciones como las nécoras rellenas y las empanadas de berberechos.
De hecho, el gran gastrónomo gallego Álvaro Cunqueiro definió al Albariño como “el príncipe dorado de los vinos”. Y tenía razón, porque puede plantarse firme frente a los grandes blancos del Viejo Mundo (como los Chardonnay, los Riesling o los Gewürztraminer). Y es tan importante el cultivo del Albariño que, según Cifras de la Denominación de Origen Rías Baixas, la cosecha de 2010 llegó a 30.182.804 kg.
De hecho, el gran gastrónomo gallego Álvaro Cunqueiro definió al Albariño como “el príncipe dorado de los vinos”. Y tenía razón, porque puede plantarse firme frente a los grandes blancos del Viejo Mundo (como los Chardonnay, los Riesling o los Gewürztraminer). Y es tan importante el cultivo del Albariño que, según Cifras de la Denominación de Origen Rías Baixas, la cosecha de 2010 llegó a 30.182.804 kg.
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