Sabías que... El escritor Ramón Maria del Valle-Inclán en el año 1895 se volvió a instalar en Madrid y acudía a varias tertulias llevando la vida bohemia de la época, en las que conoció a muchas figuras destacadas, como Gómez Carrillo, Azorín, Jacinto Benavente, Villaespesa, Alejandro Sawa, entre otros. Asistía a los innumerables cafés madrileños de la época: el Café del Príncipe, el Café de Madrid, el Café de El Gato Negro, Lhardy. En ellos se hizo famoso por su capacidad de monopolizar conversaciones, por destruir reputaciones y su falta de paciencia a la hora de soportar interrupciones de oyentes e interlocutores.
Su atuendo se hizo peculiar, y la barba se alargaba en lo que sería su estética habitual. Vivía con escaso dinero rozando la penuria y su solitario café en los cenáculos de las tertulias. En esta etapa madrileña se dedicó a la vida bohemia en cuerpo y alma, vive la época: la disfruta y la padece. Vivió la bohemia literaria modernista con estrecheces económicas que incluso le obligaban a pasar hambre. Habitaba en una buhardilla alquilada con dos oscuros cuartuchos con una silla, una mesa y una cama como único mobiliario.
De esta época se narra una anécdota de Valle-Inclán en el que paseando por la madrileña Carrera de San Jerónimo se encontró con Miguel de Unamuno y Pío Baroja, los tres hostiles entre sí en lo que se refiería a teorías literarias, no reconociéndose ningún mérito entre ellos. A pesar de presentar Pío Baroja a Valle-Inclán y Miguel de Unamuno, no pasaron ni ochenta pasos sin que acabaran insultándose, gritándose y finalmente separándose antes de acabar el paseo por la calle. Los tres eran representantes de la Generación del 98 y los tres dejaron impronta de su independencia.
Su atuendo se hizo peculiar, y la barba se alargaba en lo que sería su estética habitual. Vivía con escaso dinero rozando la penuria y su solitario café en los cenáculos de las tertulias. En esta etapa madrileña se dedicó a la vida bohemia en cuerpo y alma, vive la época: la disfruta y la padece. Vivió la bohemia literaria modernista con estrecheces económicas que incluso le obligaban a pasar hambre. Habitaba en una buhardilla alquilada con dos oscuros cuartuchos con una silla, una mesa y una cama como único mobiliario.
De esta época se narra una anécdota de Valle-Inclán en el que paseando por la madrileña Carrera de San Jerónimo se encontró con Miguel de Unamuno y Pío Baroja, los tres hostiles entre sí en lo que se refiería a teorías literarias, no reconociéndose ningún mérito entre ellos. A pesar de presentar Pío Baroja a Valle-Inclán y Miguel de Unamuno, no pasaron ni ochenta pasos sin que acabaran insultándose, gritándose y finalmente separándose antes de acabar el paseo por la calle. Los tres eran representantes de la Generación del 98 y los tres dejaron impronta de su independencia.
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