lunes, 4 de febrero de 2013

HISTORIAS Y LEYENDAS... HOY: "La Monja Maldita..."


Úrsula por fin había cumplido el sueño de su vida, ser una monja. Desde pequeña supo que su deber era servir a Dios y ser buena cristiana. Ingresó en un viejo convento construido en piedra en las afueras de la ciudad. Estaba formado por una iglesia, un claustro con árboles y numerosas celdas. Allí había pocas monjas más, la mayoría eran ya ancianas pero aún así encontró comodidad y satisfacción.
Como cada miembro de ese lugar tuvo que elegir una ocupación y escogió la de regar y cuidar las hortalizas del huerto porque le apasionaba la agricultura. Los primeros meses fueron perfectos, los alimentos cocinados con sus hortalizas resultaban de un sabor excelente y con ello consiguió buen prestigio entre sus compañeras a pesar de su juventud.
Pero cierto día todo comenzó a estropearse. Las hortalizas perdían calidad y la comida sabía mal. Tenía un sabor tan desagradable que nadie podía comerla. El huerto cada vez estaba más seco y podrido y todo se marchitaba. Todas las culpas apuntaban hacia Úrsula pero ella negaba toda acusación. Según ella su trabajo en el huerto había sido tan eficiente como siempre pero sus compañeras dudaban de su palabra. Finalmente el huerto se secó y empobreció haciendo ya inútil su aprovechamiento.
Durante los días siguientes el deber de Úrsula fue criar y cuidar los animales del establo: gallinas y vacas. Pero rápidamente volvió la desgracia. Las vacas daban leche agria, las gallinas ponían huevos de mal sabor y todos los demás animales perecían de enfermedades. Las cosas se empezaron a poner feas para Úrsula. Desde que ella había llegado solo habían ocurrido desastres en aquel convento y todas las demás mujeres comenzaron a odiar su presencia pensando que podría contagiarles su mal agüero. No obstante el dolor de Úrsula era enorme, lloraba todas las noches y estaba convencida de que su amado Dios le había abandonado y mandado una maldición. Debido a ello no trabajaba ni salía de su celda. Solo se dedicaba a leer, escribir y rezar. La madre superiora le había prohibido salir de ahí hasta nueva orden.
La vida dentro de aquel edificio no mejoró y de pronto surgieron nuevos incidentes. Los libros de la biblioteca se caían y rompian solos. Los platos de la cocina estallaban al tocarlos y nadie se atrevía ya a comer. Las paredes se rajaban y salían manchas en ellas. Los objetos aparecían cambiados de sitio y los cristales se rompían. Y lo más terrorifico: varias estatuas de santos mostraban roturas y suciedad. Todos estos fenómenos aterraron a todas las monjas. Debía ser cosa del demonio y algunas de ellas se fueron de allí asustadas. Las que se quedaron no quisieron ni mirar a Úrsula y a gritos le ordenaron que se marchara para siempre. Úrsula no lo quiso hacer. Juraba que ella no tenía nada que ver y que en algún momento Dios demostraría su inocencia.
Los últimos días en aquel convento fueron escalofriantes.Los objetos se movían ante ellas y se escuchaban golpes procedentes del suelo y ruidos. Las monjas despertaban con sus ropas desgarradas y toda la piel áspera y algo arañada. Por si fuera poco se escuchaban a lo lejos gritos al parecer infantiles y unas misteriosas sombras habitaban el lugar. Todo ello acompañado de un denso frío que calaba hasta los huesos. Esa misma noche se reunieron las pocas que quedaban para rezar juntas en el sótano delante de un gran crucificado de piedra, allí también estaba Úrsula, que era quien más esperanzas tenía de que todo aquello acabara aunque las demás solo pedían que el demonio del interior de Úrsula y Úrsula abandonaran el lugar.
De pronto un siniestro terremoto azotó el lugar y todo temblaba. Las monjas huyeron asustadas menos Úrsula, que se quedo alli valientemente sin parar de rezar. Tenía toda su confianza puesta en el Señor que tanto quería. Pero el terremoto continuaba y el gran crucificado comenzaba a volcarse pudiendo aplastar a Úrsula, pero ella seguía rezando y cerró los ojos esperanzada. De repente el Cristo cayó dejando un gran agujero en el suelo y el temblor acabó. Por suerte Úrsula no resultó nada herida. Estaba muy contenta de que Dios le hubiera salvado y protegido.
A la mañana siguiente estando allí sola llamó a las autoridades para que investigaran. El convento fue derruido y bajo el sótano fue descubierta una gran fosa oculta repleta de restos de esqueletos de bebés al parecer de varios siglos de antigüedad. Ella por fin comprendió que esos espíritus ansiaban escapar de su encierro en ese lugar y que ahora descansaban en el reino de Dios.

A los pocos meses de su muerte fue construido allí un nuevo convento en su nombre.


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