viernes, 30 de noviembre de 2012

"El Rincón de los Pensamientos..."


GUITARRISTA MELANCÓLICO...

Te vi. Te reconocí. Tu rostro parecía borrarse entre la bruma de piernas. Pero estabas allí. Sólo entre la multitud. Tú y tu guitarra. Dos o tres notas escapaban como palomas asustadas. Sentado sobre la misma tristeza, a su vez posada en la mustia flor de la indiferencia. Tocando para oídos ausentes, para el bufido torpe de los autobuses, para aquella ropa que danza sola con su olor a limpieza. Quizá, de fondo, coloreabas el pensamiento de un joven que pasaba. Quizá. Pero tus ojos cerrados no parecían sentir nada; o acaso miraban las voces de adentro. Las verdaderas. Las que no sonaban a monedas restallando en el asfalto. Las que tenían alma.

Recordé tu antigua elegante mirada, tus dedos largos acariciando el alba de tu guitarra. Esa música que me visitaba en sueños; esa música que removía las frondas con su sabor a gloria, y entretejía nidos y promesas en mi mente infantil.

Eras tan melancólico como un sauce, tan firme y digno como un ciprés. Y ella, la amada, la de madera sonrosada; ella, nacía y renacía una y otra vez entre tus dedos. Mientras tocabas eras denso y sabio. Lo sabías. Las horas, mariposas de fuego, seguían tu ritmo. No había nubes o cieno. Tan sólo claridades para regalar.

No sé qué mal hado te arrojó de allí. De tu mundo de calma. Y por qué ahora esa calma te golpea con desidia. Dónde está tu vida. Dónde tu soberana alegría. Acaso allá dentro está llorando. O puede haber callado para siempre. Pero yo la oigo. A pesar de la lenta muerte de tus dedos. La oigo. Resuena profunda como un río subterráneo que llevara amaneceres reflejados. Y a través de tus ojos cerrados, ahora, te veo, deslizándote por tu agua de cuerdas vibrantes y aterciopeladas. Cayendo hacia esa plenitud que fuiste, que eres. Abismándote hacia tus ondas musicales, puras, salvadoras...





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