lunes, 12 de noviembre de 2012

Por las calles de Trujillo, la Extremadura más monumental...

Ha pasado a la historia como cuna de conquistadores tras ver nacer a Francisco Pizarro y Francisco de Orellana. Pero Trujillo es uno de los grandes patrimonios histórico-artísticos de la muchas veces injustamente desconocida Extremadura, junto a Mérida, Plasencia, Cáceres y Badajoz.

Su época de esplendor data precisamente de la época medieval y moderna, para posteriormente perder preponderancia en su ámbito en favor de estos otros núcleos pero mantener al mismo tiempo libre de agresiones su casco viejo.
 
 
 
 
Su castillo, en su origen un alcázar árabe ampliado en el siglo XV, y las iglesias de Santa María y San Francisco constituyen tres ejemplos perfectos de su arquitectura, si bien toda la actividad se concentra en torno a la Plaza Mayor, de aire renacentista y presidida por una estatua ecuestre de Pizarro, y en la que se pueden encontrar un buen número de restaurantes y bares, que están entre los más concurridos de la localidad.

De su época más floreciente, en la que fue incluso capital provincial, ha heredado la mayor parte de su arquitectura civil, como el Palacio de los Marqueses de la Conquista y el de los Duques de San Carlos.

 






En cuanto a la arquitectura religiosa de

Trujillo, el Convento de San Francisco el Real y la iglesia de San Martín son otros dos monumentos significativos.

También mantiene en muy buen estado de conservación sus murallas, de las que siguen en pie cuatro de las siete puertas y nada menos que 17 torres que delimitan la urbe original. El Palacio de la Conquista y la Casa Museo de Pizarro. La judería también se mantiene en pie y cuenta además con una fiesta de interés turístico, el Chíviri, que con más de siglo y medio de antigüedad arranca en la noche de Sábado Santo.

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