No a todos los niños ¿eh?, solo a los que no han sido buenos.
Esta manera de castigar a los niños que no se han portado bien, tiene su origen en creencias antiguas posteriormente adaptadas a los usos actuales.
Antiguamente era creencia común que a quienes codiciaban los tesoros ocultos de los duendes, cuando creían haberlos descubierto, se les convertían en carbón. El carbón era, pues, la expresión de una desilusión.
En el Tesoro de Covarrubias se lee: “entre la gente vulgar hay opinión que los tesoros de los duendes, cuando algunos los descubre y manifiesta, se le vuelven carbones”.
En el cuento de Grimm, Los regalos del pueblecito, un orfebre avaricioso se encuentra, al despertar, los bolsillos llenos de carbón cuando esperaba encontrarlos llenos de oro.
En el popular juego de cartas Saboteur, los enanos mineros ven, en ocasiones, frustrados sus deseos de riqueza, encontrando carbón en lugar de oro.
¡Qué desilusión!
No hay comentarios:
Publicar un comentario