En el siglo II, Quinto Sereno Simonico consagró la frase ABRACADABRA como un modo de protegerse contra las enfermedades que, según se creía, eran causadas por espíritus malignos alojados en el cuerpo.
En este pergamino el autor hablaba sobre un enfermo cuya enfermedad no lograba ser curada. Según pensaba, el origen de la enfermedad era a causa de once espíritus malignos que ocupaban el cuerpo del enfermo y la única manera de expulsarlos era escribiendo un conjuro de once letras en once líneas sucesivas, el cual debía llevar puesto en el cuello durante once días. En cada una de estas líneas había que borrar una sola letra y de ese modo se irían purgando los demonios.
El triángulo aparece en muchos textos antiguos y medievales, haciéndose popular como remedio curativo contra los malos espíritus.
Podía representarse de varios modos, pero siempre en forma de triángulo invertido para que en el vértice se concentrara la energía que llegaba de lo alto.
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